martes, 17 de julio de 2012

Un poco de nada 94

Miedo. A ser felices. A no conocer la felicidad. A la compañía. A quedarnos solos. A lastimarse por querer. A no saber querer. A salir. A quedarse adentro. A vivir. A morir. Al dolor. Al amor. Miedo a pensar que tenemos miedo. Miedo a dejar de pensar. Miedo. Y después nada.

Un poco de nada 93

Sueñas despierta que viene a buscarte, te toma de la mano y te lleva a pasear. Por jardines verdes, con agua que brota de a montones a tu lado, refrescando el aire a tu alrededor. Con los ojos cerrados sientes su boca ahogar tus deseos. Sueñas y sueñas con pasear por nubes de placer. En cada sueño te desvives en perfecciones que los dioses temen permitir. Por más que nunca venga, no dejes de soñar.

Un poco de nada 92

A dónde ir a buscar la felicidad. Me lo pregunto a veces. Cosas raras que mi cabeza ingenia para no dejarme dormir. Cuando se me pierde algo y no puedo encontrarlo generalmente opto por dejar de buscarlo, y que aparezca cuando se le de la gana. Si lo perdí, es porque no lo cuide lo suficiente. Entonces, algo en mi estaba dispuesto a dejarlo ir. Con la felicidad muchas veces pasa lo mismo. Se nos pierde, sin querer queriendo. O nos perdemos nosotros, en cosas sin sentido que nos llevan siempre a los mismo lugares, repetidos, cansados, aburridos. Ahí es cuando hay que dejar de buscarla. Sentarse, tomarse un vino que acompaña un pan casero con un queso, también casero. Mirando el horizonte, dejando de preocuparnos por ser felices, ella, impaciente por invitarnos a bailar, nos encontrará. Y entonces, deberemos cuidarla un poquito mejor. Y si la volvemos a perder, a no inquietarnos, que a la vuelta de la esquina estará esperando, para asaltarnos y desnudarnos de los problemas.

Un poco de nada / 91

Tiene no más de 10 años y mucho de nada. En su cara, colorada y con la piel quemada por el frío, se nota la ausencia de todo. En sus ojos, cansados, se deja ver el día entero caminando de vagón a vagón, siempre bajo tierra, sin ver la luz del sol. Estira su mano, sin decir nada, con la mirada fija en su interlocutor, en busca de una respuesta que confirme su existencia.
Él va bien abrigado. Se nota que no le falta mucho de nada. Juega con su celular y su cara está pálida, cubierta por una bufanda que ahora descansa en su cuello. Seguramente le preocupa la restricción del ahorro en dólar, los mineros chilenos y la crisis europea, aunque ésta le saca alguna sonrisa porque le resultará más barato su próximo viaje. Debe discutir seguido con su gente de lo inseguro que está este mundo por esos inadaptados que se vengan de su bienestar y viven de lo que el estado les da.
No entiende por qué, esos otros que viven quien sabe donde, le tienen rencor a él, que lo único que hace es trabajar y pagar impuestos.
La mano de uno se estira. Del otro lado, sólo recibe indiferencia y una mirada vacía. Él sigue caminando con sus ausencias a cuestas, en busca de otra mano que le confirme su existencia, que le diga que no es un espectro que camina por los subtes de la ciudad sin que nadie lo vea.
¿Cómo reaccionaríamos ante alguien que nos niega el saludo? Por suerte para el que tiene todo lo que no hace falta, quien estiró la mano tiene tan menos de 10 años.

domingo, 17 de junio de 2012

Un poco de nada / 90

El frío se le metía por la piel y apenas lo dejaba pensar, lo tenía paralizado. El cigarrillo entre dos de sus dedos le daba una pequeña sensación de que todavía no había perdido toda sensibilidad de sus extremidades. Su cara estaba rígida, como muerta. Hizo una o dos veces la prueba de sonreír para que su gesto se afloje pero no lo logró. Sus comisuras apenas podían despegarse y estirarse. Hacía más de cuatro horas que estaba inmóvil parado en el mismo lugar. Bajo sus pies, el pasto estaba húmedo con el frío de la helada. En cada suspiro, el humo blanco se condensaba frente a su cara. En esas cuatro horas se preguntó infinidad de veces si valía la pena hacer lo que estaba haciendo. Recreó los diálogos una y otra vez. Pensó como la saludaría, cómo le hablaría, qué hacer ante cada posible respuesta. Entre diez y veinte veces se dijo a si mismo que mejor irse, dejarlo para otro día. Que ya no tenía sentido disculparse, hablarle de cómo habían sido las cosas. Nada iba a cambiar, las agujas del reloj seguirían en el mismo sentido. No podrían cambiar lo que pasó. Todo seguiría igual a los diez minutos de haber soltado sus palabras. Quizás ni siquiera venía, y quizás eso sería aún peor. Porque otro día no sería igual. Si no era hoy no era nunca, pensó para adentro. El frío se le seguía metiendo entre los huesos. Era de ese frío húmedo que se te mete en los huesos y horas después de entrar en un ambiente cálido lo sigues sintiendo, tus piernas se siguen moviendo como tratando de calmar la sensación helada que te invadió. A lo lejos le pareció verla venir. Se hizo para atrás, como si en medio de esa inmensidad en la que se encontraba hubiese sido posible esconderse. Ella caminaba despacio, tímida pero determinada. Pensar que había pasado un año de aquella noche en la que todo se terminó. Esa maldita noche en que el destino se lo llevó a uno y no a otro. En los 365 días que habían pasado no dejó de pensar un sólo día en que tendría que haber sido él y no Juan el que se fue. Juan era mucho mejor. Juan era de esos que no necesitaban preguntarte que te pasaba, lo adivinaba, o probaba hasta acertar. Juan había estado siempre. Juan, increíblemente, seguía estando. Ella lo miró recién cuando estuvo a su lado. Él, tímido, bajó la mirada. Ella dejó una flor. Por debajo de los anteojos negros vio como caía una lágrima que casi se congela al rodar por su mejilla helada. Se incorporó y lo volvió a mirar a través de los anteojos. "No hace falta que digas nada", le susurró. "Quisiera que sepas que, no se que quisiera que sepas. Sólo puedo decirte que yo no pude hacer nada. Si algo hubiera estado en mis manos lo habría salvado. Me gustaría que esté acá, con nosotros, que no se lo hubiera llevado ese camión hijo de puta y me hubiera llevado a mi, aunque yo también morí ese día en la ruta junto a él. La idea fue mía Laura, es verdad que yo lo convencí. Pero si hubiera sabido, si lo hubiera sabido", dijo él aunque las lágrimas ya no lo dejaron terminar. "Vos estás vivo. No podés ser tan mierda. Si estuviera acá te cagaría a trompadas". Se dio media vuelta y lo dejó sin palabras. El frío ya no era nada comparado a lo que sintió por dentro. Miró la tumba de Juan y leyó una vez más la lápida: "No llores, no vale la pena".

jueves, 14 de junio de 2012

Un poco de nada/89

Lo intentó todo, todo lo que pudo imaginarse y le dijeron para sacarla de su cabeza. Viajó de estado en estado. Lloró y río en cantidades iguales. Buscó por todos lados el remplazo a esa caricia que lo perdía en un mar de dudas, que lo obligaba a sentirse vivo a cada paso. Revolvió el cajón de los recuerdos para interponer otros más viejos a este tan reciente. Porque después de ella no hubo nada. Sólo pasiones frías, alegrías fugases y desaciertos constanes. Busco y buscó. Pero no encontró. En ninguna caricia encontró la paz. Se olvidó de como era sentirse vivo. Y ahí anda todavía, de mano en mano, de cuerpo en cuerpo, aunque a veces, por lo menos, ya no se acuerda lo que busca.

lunes, 11 de junio de 2012

Un poco de nada 88

Decidió comenzar el juego del olvido una vez más. Paso a paso hizo lo que creía necesario para no pensar más en él. Apagó todos los recuerdos que su cabeza le disparaba. En las noches, le dijo al cuerpo que esas caricias que extrañaba habían sido tan solo un sueño. Que nadie la había hecho sentir así, que había sido su imaginación. Que su cuerpo no llegó a estremecerse así. Aquella noche, bajo la luna, no había existido. Nada es tan perfecto en esta vida. Se lo dijo una y otra vez, para que su cuerpo deje de buscar esa sensación que intentaba recrear, cada vez, en cada momento. Hizo todo y más. E incluso, llegó a creer que lo había logrado.

miércoles, 6 de junio de 2012

Un poco de nada /87

La miraba inmóvil, quieta a su lado. Si no fuera por el ritmo intermitente de su respiración, que hinchaba sus pulmones de aire para volverse a desinflar en una armonía perfecta, parecería una estatua de cualquiero parque urbano. De esas que evocan a las diosas griegas. A su lado, imperfecta ella pero no así ellos, dormía con la tranquilidad de quien no necesita despertar. Él, en cambio, no podía juntar sus párpados. La noche era el filo de un precipicio. La mañana se le presentaba como el abismo a continuación del desfiladero. Él, parado en el borde, esperaba la salida del sol, para preguntarle "¿te quedarás?"...

sábado, 2 de junio de 2012

Un poco de nada/86

Acuéstate en mis brazos. Apoya tu cabeza en mi pecho y déjame decirte que todo va a estar bien. Déjame contarte el mundo que te quiero hacer conocer. Déjame decirte todo lo que podríamos llegar a ser sin movernos de esta cama, en la que vos vas a poder ser vos y yo tan sólo seré yo. Déjame contarte que todas las armaduras y todas las caretas que usamos a diario no son necesarias entre nosotros, simplemente porque mi sueño empieza y termina en vos. Déjame mostrarte que las sonrisas sobran cuando estás a mi lado. Permiteme mostrarte lo estruendoso que puede ser el silencio cuando estás a mi lado. Creeme cuando te cuente que se puede detener el tiempo y la historia. Déjame acompañarte, al menos, si no puedes todo eso. Déjame sentarme a tu lado sin pedirte nada, déjame, tan sólo, sentarme. Porque un minuto a tu lado valen estas lágrimas que no me dejan mirar más allá de tus recuerdos. Qué puedo hacer, dime, qué puedo hacer sino vengar mi sueño, que ya no me deja despertar.

Un poco de nada/85

Corre y corre y vuelve a correr sin parar. Entre urgencias desgasta sus días. A paso lento corre buscando la felicidad. Sus piernas casi no se mueven pero ella está corriendo una vez más. Y así se van los días, tratando de dejar de ser quien es para poder ser quien quiere ser.

Un poco de nada/84

Tiene la costumbre de callar cuando todos a mi lado no pueden parar de hablar. Tiene la costumbre de alzar la voz, cuando a mi lado se agotaron las palabras. Tiene la costumbre de abrazarme cuando nadie viene a buscarme. Tiene la sana costumbre de visitarme por las noches e irse por la mañana. Tiene la costumbre de contarme que la vida es una, que vale la pena vivirla y exprimirla. Tiene la costumbre de reinventarse en tiempos y lugares. Tuvo la mala idea de irse en aquel día de verano. Pero regresa y regresa. A pesar del tiempo, a pesar de la historia. Ella siempre regresa a regalarme la tranquilidad, que donde esté me espera. "No te apures", me dice y luego me cuenta: "Vale todo esto, un minuto feliz".

Un poco de nada /83

Cómo saber que queremos si no sabemos quienes fuimos.Cómo saber quienes somos, sino sabemos quienes fuimos antes de hoy, si no sabemos qué tuvimos que transitar para llegar a donde estamos. Cómo saber si atenderán el teléfono del otro lado, cuando lo necesitemos, si no sabemos qué fuimos para quienes estuvieron a nuestro lado. Cómo podemos saber lo que es la felicidad si nunca hicimos sonreir a alguien sin llevarle ninguna preocupación. Cómo podemos entonces, saber lo que vendrá si no nos animamos a mirarnos a nosotros mismo son mentirnos. La vida es un espejo de nuestras derrotas, que nos persiguen hasta que las venguemos. En los errores pasados, en los fracasos, suele estar la clave de lo que llaman futuro.

jueves, 31 de mayo de 2012

¿Volviendo?

Lo conocí hace algunos años, muchos ya, aunque no recuerdo bien cómo. Se que fue la casualidad, esas que muchas veces nos dejan mal parados y tantas otra, aunque las menos, nos hacen sentir que tenemos una oportunidad de cambiar las cosas. Ese día, en el que ingresó a mi vida, cumplía 74 años. Me lo dijo al pasar. Hoy es mi cumpleaños. Fue acaso un susurro. Lo que no fue un susurro fue lo que vino después.
-En la vida muchas veces creemos que somos dueños de nuestro destino, pero eso es acaso pura mierda. Y no porque, como dicen algunos, esté escrito en algún libro divino ue controla todos los designos. Sino porque nuestro futuro está atado a miles de decisiones ajenas que no controlamos y, aunque a veces creamos lo contrario, tampoco podemos incidir en ellas. Y el universo también está plagado de hijos de puta, que van por ahí sin importarles donde quedan los demás cuando ellos deciden retirarse de la mesa y dejar de jugar. O los que trampean el juego y nos hacen creer que son leales, que están de nuestro lado y tan sólo están buscando una manera de ganar. La vida, al fin y al cabo, termina siendo un juego que aprendemos a jugar justo cuando ya no tenemos más ganas de hacerlo. Pero que tampoco podemos abandonar. ¿Pero sabés una cosa? Tampoco es tan malo, porque es un lindo juego y el aprendizaje, como en todo, está cargado de errores y malas jugadas, pero también de aciertos que nos completan y nos llenan de felicidad. Hay que jugársela pibe, no queda otra. Y si sale mal, pedir más crédito a la maquinita y seguir apostando, que en algún momento la mano va a cambiar. Pero nunca retirarse, porque lo único seguro es que el que abandona, nunca recibirá un premio.

sábado, 26 de mayo de 2012

Un poco de nada....una vez más


Me odio, suelta entre lágrimas secas. Su rostro se escapa entre sus piernas, cuando su vergüenza le juega una mala pasada. Si pudiera, usaría la táctica del bicho bolita. Pero a ella no la amenaza un dedo humano que busca molestar. Sus propias historias le vienen saliendo de adentro y la dejan maleable a los juegos de extraños que intentan participar de su vida, sin entender que ella no quiere que participen. Quiere que sean parte, aunque le cueste pedirlo, aunque lo haga de manera silenciosa y lo niegue cuando el otro u otra la descubre. Me odio, me dijo nuevamente al contarme que era imperfecta, que los valores que prodiga y reparte no los pudo respetar por culpa de algo que la tiene a tumbos entre soledades compartidas, esas que nos juegan malas pasadas en la cabeza. Esa que siempre nos dice que la tenemos bajo control, para hacer con nosotros lo que quiere.  Se rearma y pelea, una vez más, una de tantas batallas que le quedan para llegar a donde quiere y llegará. Hace tiempo que encara esta vida con una armadura puesta. Pero eligió equivocadamente el material y la hizo de papel. Y luego de cada golpe, como el de esta vez, tiene que volver a hacer la armadura. Por qué no cambia entonces, y se hace de algo más fuerte para que no le duela tanto todo, aunque sólo llore cuando no le queda más lugar para la angustia. Me fue difícil encontrar una respuesta. Pienso y re pienso que no quiere, porque cuando la armadura se hace de metal los golpes no nos pegan, no nos lastiman, pero también nos perdemos de las caricias. Y quién puede considerar a eso vida.  

martes, 15 de mayo de 2012

Un poco de nada...otra vez


Entre la oscuridad, las palabras, como gotas que recorren los surcos del camino, se están haciendo su lugar. Entre silencios, un nuevo ruido va naciendo. A lo lejos, se escucha un suspiro, como una frase entre paréntesis, protegido entre algodones para que no lo arrebate la vorágine que lo rodea, se suelta entre intermitencias. En la elección correcta de la palabra descansa el silencio, que siempre está acompañado de un devenir incesante de ruidos… porque la palabra verdadera, la que no conoce de miramientos ni de disfraces, siempre encuentra la manera de hacerse oír adentro de quienes quiere lograr algo, aunque la rodeen mares de mentiras, ella cada vez que lo necesita encuentra el camino, como la gota de agua, que esquiva el  que la rodean….

miércoles, 4 de abril de 2012

Un poco de nada/82

Era una noche de luna llena pero él ni se cuenta se dio. Para su vida la luna había pasado un simple recuerdo donde ya no tenía nada que buscar. El sol lo quemaba pero pocas veces lograba calentarlo y arroparlo como en aquel verano. En un segundo, de esos que se demoran una eternidad en transcurrir, todo se le había derrumbado y ahí quedó, simplemente solo. Sin más misterios que los que puede otorgar la soledad de corazón. Le costó suspirar para sacar un poco de pena, de tanta y acumulada pena, por no decir dolor. A su lado, yacía un cuerpo con vida que ya no le pertenecía. Había dejado de ser ella para ser una completa desconocida.

sábado, 10 de marzo de 2012

Un poco de nada/81

Jugó un juego que no conocía. El final lejos estuvo de ser feliz. Pero su cabeza le impide pensar que perdió. Si vivir un sólo instantes en sus brazos vale todo el dolor, cómo decir que él no ganó.

Un poco de nada/80

Sueña despierto lo que la noche le cierra y le censura. Piensa y re piensa que lo de ayer no fue una despedida, fue quizás un hasta luego. Y todos los días son ayer. Desde ese beso, el sol se esconde al salir y no existieron nuevos días. Y todos los mañanas vuelven a ser ayer desde aquel momento en que la vio irse hacia el lugar donde él no caminó.

Un poco de nada /79

No me miraba demasiado al hablar. Sus ojos se posaban en distintos lugares que rotaban en cuestión de segundos. Sus palabras, una tras otra, estaban tan confundidas como sus ojos y, aunque ella le dedicaba todo la fuerza que le quedaba, no encontraban la manera de decir lo que su cuerpo intentaba callar. Y eso que su cuerpo tampoco podía ocultar más. Y en sus temblores y erupciones hallaba la manera de dejar escapar lo que le sobraba. Pero a las pocas lágrimas que dejó escapar, se levantó y le contó al resto que la vida es felicidad. Que siempre una buena cara puede curar el daño que nos causa el sólo hecho de estar vivos, sin que lo merezcamos o lo hayamos causado. Y en eso andaba, la última vez que la encontré, diciéndole a todos lo que ella no se terminaba de creer.

Un poco de nada/78

Cuando menos se lo espera la tiene a su lado. Aunque esté a mil kilómetros de su casa, la mira decirle que lo ama y le vuelve a creer. Le cuenta el cuento que él quiere escuchar y él le dice que no se va a volver a alejar. Cuando ella se va él la sigue pensando. Al dormir, se acuesta en sus brazos para no sufrir. Al despertar, le dice que la vida es mejor cuando ella está. Hace tiempo que no lo viene a visitar, pero él sigue insistiendo con no dejarla escapar, para que no se le olvide como ser natural con ella si se le ocurre regresar.

jueves, 1 de marzo de 2012

Un poco de nada /77

Que tal si me vinieras a visitar
mi corazón te espera 
en cada día y en cada noche
te vuelve a extrañar

Que tal si me vinieras a visitar
y me contaras que nunca te fuiste
que sólo te alejaste
para recargar tus ganas de amar

Que tal si me vinieras a visitar
y me susurraras al oído
que todo fue mentira
tan sólo un mal sueño

Que tal si me vinieras a visitar
en esta noche 
para decirme que ya no volverán
las penas que no podemos dejar atrás

Que tal si me vinieras a visitar
y me contaras
que a mis sueños, y a mis días
ya no volverás

viernes, 17 de febrero de 2012

Un poco de nada/76

Caminábamos sin rumbo fijo, sin intentar llegar a ningún lugar. Mis pies seguían a los suyos. Ya habíamos andado largo rato y, en cada momento, escuchábamos el río que bajaba a nuestro costado, aunque no lo veíamos. Sus pasos nos llevaron a orillas de ese río que brillaba de lo claro, con sus colores que llegaban a encandilar. Cristalina, el agua, avanzaba entre árboles y rocas. Callado, se sentó en una de las piedras gigantes que se metían en el río desde la montaña. Hacía unas horas que no cruzábamos palabras cuando sus labios empezaron a andar:
-Nosotros somos como el río. No tenemos que detenernos nunca, para no estancarnos y poder llegar siempre a donde nos esperan para descansar. Como este río cuando llegue al lago, después de kilómetros de sortear obstáculos, uno tras otro. Porque al igual que nosotros, si algo intenta detenernos, sea una piedra, un tronco, una represa, por más grande que sea el obstáculo no debemos detener nuestra marcha. Y si no podemos derribarlo debemos encontrar la manera de aguantar hasta poder sortearlo. Aunque tengamos que llevarlo cuesta abajo con nosotros. Porque, como sucede con el río, nosotros también nos oscurecemos y ensuciamos al quedarnos estancados. Nos echamos a perder. El secreto, entonces, es no dejar de caminar.

lunes, 23 de enero de 2012

Un poco de otros

Gran tema, gran letra.

Un poco de nada/75

"Es tan corto el amor, y tan largo el olvido" - Pablo Neruda

Despertó ese día y sintió su ausencia. Lo habían obligado a olvidar. Buscó en el diccionario qué significaba esa palabra y hablaba de una acción involuntaria. Quitar de la memoria. Y se preguntó, entonces, cómo hacer voluntariamente lo que por definición debe suceder solo. Y en eso anda, contradiciendo al diccionario. En cada pensamiento que se le aparece, su mente trata de bloquearlo, pero en las noches, cuando no domina a su cabeza, ella se le cuela en cada sueño. Entonces, cansado de no olvidar, ha empezado a resignificar.  

Un poco de nada/74

Por las noches, en cada una de ellas, la viene a visitar. Allí le cuenta todo tipo de historias y vivencias. De chico y de grande. Le relata aquella vez que se escapó de la casa para ir a la cancha. Le habla de esa chica que lo tiene loco. Del trabajo. Del estudio. Conversan largo y tendido, en distintos lugares, en diferentes escenarios que van cambiando a lo largo de la noche. Ella sonríe. En el sueño y en la cama. Por la mañana, con los primeros soles ella se resiste al despertar. Estira el sueño todo lo que puede. Intenta no abrir los ojos para no perder su imagen. Cuando ya no tiene alternativa se levanta. Y allí camina las horas del día hasta volver a encontrarse con él. Esa noche le contará que como cada vez, invirtió cada minuto de su vida a no dejarlo en el olvido. En las marchas camina con su foto. A donde va, lleva su recuerdo y su reclamo de justicia. Su dolor, el de muchos, se ha convertido en acción. Su recuerdo, triste y profundo, se ha hecho carne en quienes quedaron acá. En su andar, están los sueños de él. No dejará que lo olviden, simplemente porque ella no puede.  

martes, 17 de enero de 2012

Un poco de nada/73

En cada ola del mar buscaré tu recuerdo. En cada árbol un escondite, un lugar de dónde rescatarte. En cada grano de arena, vendrás a visitarme. En cada rincón estarás presente y también, en cada rincón, te escaparás de nuevo. Con el tiempo la pesadilla será sueño y en cada nueva historia, intentaré vengarte. En cada sentimiento intentaré revivir ese sueño que naufragó. En cada par de ojos buscaré tu mirada. En cada sonrisa, tu alegría. En cada palabra, tu ingenio. En cada beso, tu deseo. En cada ilusión, intentaré cuidarme, para no morir de nuevo.

Un poco de nada/72

Día a día, noche a noche, se encuentra con uno distinto. En cada comida, cada charla, les deja un poquito de dolor a ellos. De a poco, lo van dejando sin nada. Ellos sabrán lo que hacen con esas dolencias. Cómo soportaríamos el camino hacia la felicidad, con tantas piedras en el camino, sino estarían los amigos, para correrlas y levantarnos cuando tropezamos con ellas.

Un poco de nada/71

Sentado al borde de la cama escucha una canción que le recuerda algún tiempo mejor. Piensa en aquellos momentos. Su mente viaja hacia esos lugares de felicidad que atesora justamente para la tempestad. Se refugia en ellos para no caer, para no abandonar la lucha, que como dicen los zapatistas, es como un círculo, se sabe donde comienza, pero nunca donde termina. La suya empezó ya tiempo atrás. En ella sigue. Aunque a veces, le dan ganas de saltarse de la ronda y romperla. Pero entre recuerdos, también piensa que antes de aquella felicidad plena que hoy añora, hubo tormenta y tempestad. Entonces, suelta el recuerdo, se levanta de la cama y ahí va, corriendo en círculo. Para que queden estas lluvias atrás, venga de nuevo el sol, y nuevas historias para atesorar. Al cruzar la puerta, sin nadie alrededor, se le escucha susurrar:
-Ahí se ven penas...hasta la próxima tormenta.

lunes, 16 de enero de 2012

Un poco de nada/70

Lloró y pidió mil perdones. El tiempo, incansable, pondrá las cosas en su lugar. Una a una se irán acomodando hasta dejar todo donde tenga que estar. Mientras, ambos buscarán verdades y mentiras que los hagan felices a medias. Ella sin él, él sin ella, son espectros de lo fueron, apenas una fantasía de lo que pudieron ser. En la noche, a oscuras, se vuelven a juntar. Infieles a lo que prometieron, se encuentran para amarse como dos inocentes que no quieren pagar el precio de sus errores. Con la luz del día y los ojos abiertos, el sueño se esfuma. La vida les cobra el alto precio de haberse equivocado una vez más.

Un poco de nada/69

Espera sentado sobre el anden a que llegue el tren y lo lleve a la próxima estación. Ese cuerpo que lo arropó hasta hoy ya no está. Se pregunta entonces, cuánto durará el viaje hasta tener un nuevo corazón donde descansar.

Un poco de nada/68

Despertó esa mañana inquieto. Salió a pasear por la calle en busca de alguna respuesta que le abriera paso al dolor. A veces, tenemos la sensación de que el dolor es algo material que guardamos dentro, que de abrirse alguna puerta escapará como el agua cuando le abren camino, y no nos acompañará más. Él sentía que esa puerta era una respuesta a lo que no sabía pero se preguntaba. En la calle poco encontró, solo caras extrañas que iban a algún lado. Habló con amigos, familia, conocidos y hasta con desconocidos. De pronto entendió. Dentro suyo estaban las llaves para soltar al dolor. Todavía no las encuentra. Pero ya no pide respuestas. Sólo con sus dolencias camina hacia el lugar donde depositará lo que ya no quiere llevar. Al volver, todos lo reconocerán, pero él ya no será quien era. Las heridas, por más que sanen, nos cambian.

martes, 10 de enero de 2012

Un poco de otros

Tristes guerras
si no es el amor la empresa
Tristes, tristes

Tristes armas
si no son las palabras
Tristes, tristes

Tristes hombres
si no mueren de amores
Tristes, tristes

Miguel Hernández - Tristes guerras

Un poco de nada/67

Sintió un escalofrío en todo su cuerpo. No lo entendió. El tiempo pasó y si bien ese sentimiento desapareció, algo quedó. Al poco tiempo, el escalofrío reapareció. Tampoco supo de donde venía esa vez. La tercera fue la vencida. Cuando lo sintió, todo se desvaneció. Miró a su lado y ella ya no estaba. Su cuerpo le venía avisando, lo venía preparando. Tonto el cuerpo, que quiso ponerle una red para que no doliera tanto. Hay ciertas dolencias que, para que no nos desgarren, nos llevaría la vida prepararnos. Mejor será, entonces, sufrirlas ahora todo lo que se tenga que sufrir, que un día se secarán las lágrimas con el sol, y ya no habrá que sacar, solo lugar para llenar.

lunes, 9 de enero de 2012

Un poco de nada/66

"Qué le digo a la luna que creí compañera
de noches y noches sin ser verdadera" - Silvio Rodriguez - ¿Dónde pongo lo hallado?

Los sueños rotos nunca sabemos a dónde van a parar. Siempre me gustó preguntarme qué pasa con las cosas que quedan truncas en el camino, esas que parecía tendrían un final mágico y logrado y, a pesar de nuestras ganas, quedaron vacíos y rotos. Muchas veces por cuestiones del destino y la vía láctea, como me gustaba decir. Cosas que poco tienen que ver con nosotros y mucho con el azar de la vida que se nos da. Pero tantas otras, esos sueños se rompen por la crueldad, el miedo, la mentira y tantas otras cosas más. Todas dominables, todas cosas manejables. Nuestras y de aquellos que nos acompañan en ese sueño que no llegó a ser, que no terminó de nacerse. A dónde van a parar todas esas ganas. Porque los que lo vienen a remplazar no se ganan nuestros sentimientos, no los mismos por lo menos. Entonces, en qué queda todo eso. Alguna vez, alguien me dijo algo que me reconfortó. No le creí pero me hubiera gustado.
-Siguen su curso donde no los vemos. A veces, si los sueños que vinieron no logran tapar todo aquello que perdimos, tendremos tiempo de ir a rescatarlos del olvido. Otras, que son las más, nos olvidamos de ellos porque el sueño que llegó nos demanda todos los sentimientos que tenemos, aunque los que se fueron ya no están, los que quedan, nos alcanzan y nos sobran para seguir. Con el tiempo, el sueño que se rompió ya no es nuestro, y aunque lo vayamos a buscar, no lo encontraremos. Hay que estar atento, y no dejar pasar demasiado el tiempo, si seguimos pensando en ese sueño.
Como dije no le creí, pero me hubiera encantado sentirlo así. Este sueño ya se ha ido y al reloj de arena ya lo dieron vuelta. ¿Estará por ahí, esperando a que lo vaya a buscar? No se donde estará, pero se que yo sigo aquí.

miércoles, 4 de enero de 2012

Un poco de nada/65

Caminaba junto a ella a diario. La soñaba en las noches y la pensaba en los días. En cada comida, en cada esquina, en cada salida, en cada charla, en cada minuto ella lo acompañaba. Aunque no estuviera. Aunque a su lado no la pudieran ver, él la sentía. Un día, sin más, miró a su lado y no la encontró. Ella se había ido. Sin avisarle, le contó que en verdad nunca estuvo. Y todo se vació. Y todo se oscureció. Todo perdió su sentido, la comida ya no tenía gusto. Y en eso anda, tratando de encontrarle la vuelta para que no todo esté tan vacío.

lunes, 2 de enero de 2012

En esto estamos estos días....

Días grises y sin color. Esos que uno omite en su biografía. Pero como las palabras no están sobrando, quizás otros describan mejor las sensaciones de uno.