lunes, 9 de enero de 2012

Un poco de nada/66

"Qué le digo a la luna que creí compañera
de noches y noches sin ser verdadera" - Silvio Rodriguez - ¿Dónde pongo lo hallado?

Los sueños rotos nunca sabemos a dónde van a parar. Siempre me gustó preguntarme qué pasa con las cosas que quedan truncas en el camino, esas que parecía tendrían un final mágico y logrado y, a pesar de nuestras ganas, quedaron vacíos y rotos. Muchas veces por cuestiones del destino y la vía láctea, como me gustaba decir. Cosas que poco tienen que ver con nosotros y mucho con el azar de la vida que se nos da. Pero tantas otras, esos sueños se rompen por la crueldad, el miedo, la mentira y tantas otras cosas más. Todas dominables, todas cosas manejables. Nuestras y de aquellos que nos acompañan en ese sueño que no llegó a ser, que no terminó de nacerse. A dónde van a parar todas esas ganas. Porque los que lo vienen a remplazar no se ganan nuestros sentimientos, no los mismos por lo menos. Entonces, en qué queda todo eso. Alguna vez, alguien me dijo algo que me reconfortó. No le creí pero me hubiera gustado.
-Siguen su curso donde no los vemos. A veces, si los sueños que vinieron no logran tapar todo aquello que perdimos, tendremos tiempo de ir a rescatarlos del olvido. Otras, que son las más, nos olvidamos de ellos porque el sueño que llegó nos demanda todos los sentimientos que tenemos, aunque los que se fueron ya no están, los que quedan, nos alcanzan y nos sobran para seguir. Con el tiempo, el sueño que se rompió ya no es nuestro, y aunque lo vayamos a buscar, no lo encontraremos. Hay que estar atento, y no dejar pasar demasiado el tiempo, si seguimos pensando en ese sueño.
Como dije no le creí, pero me hubiera encantado sentirlo así. Este sueño ya se ha ido y al reloj de arena ya lo dieron vuelta. ¿Estará por ahí, esperando a que lo vaya a buscar? No se donde estará, pero se que yo sigo aquí.

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