sábado, 10 de marzo de 2012

Un poco de nada /79

No me miraba demasiado al hablar. Sus ojos se posaban en distintos lugares que rotaban en cuestión de segundos. Sus palabras, una tras otra, estaban tan confundidas como sus ojos y, aunque ella le dedicaba todo la fuerza que le quedaba, no encontraban la manera de decir lo que su cuerpo intentaba callar. Y eso que su cuerpo tampoco podía ocultar más. Y en sus temblores y erupciones hallaba la manera de dejar escapar lo que le sobraba. Pero a las pocas lágrimas que dejó escapar, se levantó y le contó al resto que la vida es felicidad. Que siempre una buena cara puede curar el daño que nos causa el sólo hecho de estar vivos, sin que lo merezcamos o lo hayamos causado. Y en eso andaba, la última vez que la encontré, diciéndole a todos lo que ella no se terminaba de creer.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario