miércoles, 6 de junio de 2012

Un poco de nada /87

La miraba inmóvil, quieta a su lado. Si no fuera por el ritmo intermitente de su respiración, que hinchaba sus pulmones de aire para volverse a desinflar en una armonía perfecta, parecería una estatua de cualquiero parque urbano. De esas que evocan a las diosas griegas. A su lado, imperfecta ella pero no así ellos, dormía con la tranquilidad de quien no necesita despertar. Él, en cambio, no podía juntar sus párpados. La noche era el filo de un precipicio. La mañana se le presentaba como el abismo a continuación del desfiladero. Él, parado en el borde, esperaba la salida del sol, para preguntarle "¿te quedarás?"...

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