martes, 3 de agosto de 2010

Personaje/2

Es de esas personas que no podemos de dejar de admirarle la tranquilidad. Siempre que lo observo me pregunto si en verdad por dentro tendrá el mismo ánimo. O si la revolución camina en su interior y lo que tiene es una capacidad de no reflejarla corporalmente. No se si se lo pregunté. De haberlo hecho, no recuerdo la respuesta.
Me suele pasar que las cosas que me rodean me imponen muchas veces el ritmo de mis horas, días o semanas. Es decir, la vorágine me lleva con ella y me mete en su círculo muchas veces ridículo y peligroso. A él no parece sucederle. Al contrario. Parece que fuera él quién le impone el ritmo a su alrededor.
Alguna vez me encontré conversando horas sin quizás decir nada. Solo divagar, palabra tras palabra, buscando no llegar a ninguna conclusión. Otras, también, en el silencio absoluto. Quizás los días de pocas palabras era cuando aparecía lo sustancial. Ibamos derecho al grano, por decirlo de alguna manera.

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