domingo, 24 de abril de 2011

Un poco de nada/34

Una vez me dijo, sin siquiera dudarlo, que amor hay uno sólo en la vida. No me dolió tanto que quizás me esté dando a entender que ella ya lo había vivido. En todo caso yo todavía no estaba seguro de querer ser un amor en su vida. Acompañarla en una noche y escuchar sus miedos entre sueños era ya de por si una gloria esperada.
Lo que sí me inquietó y podría decir - por qué no- me molestó, fue su seguridad. Cómo podía ser que tan temprano alguien se hubiera resignado a vivir el amor. O de ya haberlo pobrado, de volver a llenarse de él. Intenté algunos ardiles que hicieran cambiar su parecer. Di razones y hasta sinrazones para que las verdades de hoy sean errores de ayer. Claramente, en ese día, perdí la pelea.
Cuando calla el ruido de las voces en mi cabeza imagino a la persona que ha dejado de buscar el amor o se ha resignado a vivir sin él. Quisiera saber qué la mueve a abrir los ojos cada mañana. Al igual que el tango pienso en el náufrago que no llora, que no reza, que se echó a morir.

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