miércoles, 20 de abril de 2011

Un poco de nada/32

En sus ojos brillaban las lágrimas que nunca dejaba escapar. Convertidas en sonrisas dolían tanto por dentro que en ciertos momentos cortaban la resperación.
Una noche, sentada frente a mi, las dejó escapar. Brotaban como manantial de agua fresca. Las penas, cuando pierden su verguenza y son compartidas, purifican.

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