Esa mañana me levanté temprano. Más que de costumbre. No por un despertador. No porque alguien hubiera hecho algo para que mi sueño terminara. Simplemente abrí los ojos y sentí el calor del día golpearme. Hice lo de siempre, nada raro. Necesitaba dormir más, mucho más. Pero sabía que, aunque lo intentara no podría. Todo era silencio a mi alrededor.
Bien adentro mío, muy cerca de donde escondemos nuestros miedos, un ruido empezó a sonar. Ahora es tiempo, momento, de empezar a escuchar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario