viernes, 21 de octubre de 2011

Un poco de nada/54

La miré fijamente durante un rato largo. Todavía mis labios no habían dejado emitir sonido y ya sentía que le había contado todo. Le había hablado de lo lindo que puede ser la vida cuando uno se encuentra en un corazón ajeno, cuando siente que allí tiene lugar para anidar y aprender a volar. Le había dicho, también, de lo triste y difícil que puede ser el camino pero que siempre, si se está bien acompañado, existe el desvío que nos lleva de nuevo a la sonrisa, a la felicidad. Le había contado que muchas noches antes de conocerla la había soñado. La había pensado. Le había hablado y contado esto y más. Muchas noches había dormido con ella, aunque ella, en verdad, no se hubiera ni enterado.
La miré fijamente un rato mientras ella se marchaba.

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