lunes, 10 de octubre de 2011

Un poco de nada/51

Esperando a que amanezca, continuó una y otra vez buscando lo imposible. Sentado, a oscuras, intentó callar los pensamientos para que hable el resto del cuerpo. La razón, a veces, es indomesticable. Hace y deshace a su gusto y placer. Preso de ella busca el verdadero por qué a lo que le pasa. Una lágrima surca sus mejillas. Con sus dedos la seca temeroso de que sea vista. Está solo. Igual, la seca. A oscuras, abre los ojos de par en par para ver. Su cara, impaciente, se le presenta. Le habla y le explica, lo que piensa y lo que siente. Le cuenta que no es tan feliz. Le dice, que sabe que va a serlo, aunque no sabe ni cómo ni cuándo. En un parpadear, ella se va. Y siente el alivio de haber hablado esta vez. De no haber callado. Haberse escuchado lo ayuda a sentir. Sin quererlo, escuchándose a si mismo, ha dejado de pensar. El sol ha comenzado a colarse por las rendijas de la persiana. Ha llegado el momento de salir.

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