domingo, 16 de octubre de 2011

Un poco de nada/53

Juan era un chico como cualquier otro. Su vida iba entre nadas y todos, entre llenos y vacíos. Tenía los desafíos de cualquier mortal y los problema de todos los que no sobresalen a la historia que los rodea. Juan, por decirlo, era uno más. No se sabía más que nadie, se creía menos que todos. Me lo encontré en una tarde caminando por el mismo lugar en el mismo instante. Y me paré a hablarle.
Creía que nuestra charla iba a ser una tranquila puesta a punto de las cosas que en la vida importan poco y nada. Trabajo, salud y esas cosas que uno habla con quien no tiene mucho que hablar. Conocidos en común, que habían sido dejados de ver por algo, pero que igual mostraríamos interés.
Y la conversa fue nomas por esos lugares. Hasta que Juan me miró y sin decir más me dijo:
-¿Sabes que me pasa? Porque me preguntaste cómo estaba, entonces te voy a decir. Tengo miedo loco, en serio, tengo mucho pero mucho miedo. Todo el día. A la mañana, a la tarde y sobre todo a la noche. Me acompaña a todos lados, se mete conmigo al baño y el agua no lo aleja. Viene a trabajar conmigo y me espera sentado en la mesa para cenar. Desayuno miedo y ceno miedo todos los días.  Tengo miedo a toda hora y en todo lugar. Nunca me detengo en esto de temer. 
Sorprendido, no tuve reacción a preguntarle por qué o a qué le temía tanto. 
-¿Y cómo hacés para estar así parado con tanto miedo?- le solté timidamente
-Es que también tengo mucho miedo a que se den cuenta que tengo miedo- me dijo y agregó: Eso no me permite quedarme quieto, tengo miedo a que los que me rodean me pregunten, y tener que decirles que tengo miedo. Y me da terror pensar en ser feliz. Pero también le tengo miedo a no ser feliz. Enonces, entre tanto miedo, me estoy olvidando de vivir.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario