lunes, 6 de septiembre de 2010

Un poco de nada/6

Sintió un escalofrío de golpe. Nada de absoluta nada había cambiado. Todo seguía igual. A su alrededor los mismos nadies diarios estaban en lo suyo. Su computadora en la misma pantalla y sus manos, inertes, en la misma posición frente al teclado.

Lejos de allí, mucho más de lo inimaginable, ellos veían como el sueño se les esfumaba. El de ser. El de pertenecer. El de tener raíces reconocibles.

El, sin quererlo, sentía cada una de las bombas que rompían ese pedazo de tierra donde sus abuelos habían criado a su padre.

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