Fue en la selva, en la amazonia ecuatoriana. Los indios shuar estaban llorando a una abuela moribunda.
Lloraban sentados, a la orilla de su agonía. Un testigo, venido de otros mundos, preguntó:
- ¿Por qué lloran delante de ella, si todavía está viva?
Y contestaron los que lloraban:
- Para que sepa que la queremos mucho.
Eduardo Galeano, El libro de los abrazos
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