viernes, 30 de abril de 2010

Las madres de Plaza de Mayo

30 de abril de 1977
Buenos Aires

Las madres de Plaza de Mayo,

mujeres paridas por sus hijos, son el coro griego de esta tragedia. Enarbolando las fotos de sus desaparecidos, dan vueltas y vueltas a la pirámide, ante la rosada casa de gobierno, con la misma obstinación con que peregrinan por cuarteles y comisarías y sacristías, secas de tanto llorar, desesperadas de tanto esperar a los que estaban y ya no están, o quizás siguen estando, o quién sabe:
-Me despierto y siento que está vivo -dice una, dicen todas-. Me voy desinflando mientras pasa la mañana. Se me muere al mediodía. Resucita en la tarde. Entonces vuelvo a creer que llegará y pongo un plato para él en la mesa, pero se me vuelve a morir y a la noche me caigo dormida sin esperanza. Me despierto y siento que está vivo...
Las llaman locas. Normalmente no se habla de ellas. Normalizada la situación, el dólar está barato y cierta gente también. Los poetas locos van al muere y los poetas normales besan la espada y cometen elogios y silencios. Con toda normalidad el ministro de Economía caza leones y jirafas en la selva africana y los generales cazan obreros en los suburbios de Buenos Aires. Nuevas normas de lenguaje obligan a llamar Reorganización Nacional a la dictadura militar.

Eduardo Galeano, en Memorias de fuego III

Aniversario del Coraje

La dignidad, la lucha, el coraje, los valores, los principios, la tenacidad de la verdad y su búsqueda, cumplen 33 años. Hace esa cantidad de tiempo, algunas pocas mujeres, sin más armas que su necesidad de justicia y un pañuelo blanco de la paz, pedían por la aparición de sus hijos.
En lo personal, cada vez que veo ese pañuelo blanco pienso por qué tuvieron que emprender ese camino, por qué se vieron obligadas a ese 30 de abril de 1977 marchar alrededor de la pirámide de mayo y de inmediato pienso, por suerte lo hicieron.

Justicia, ni más ni menos, justicia para ellas que será justicia para todos.



martes, 27 de abril de 2010

Llorar

Fue en la selva, en la amazonia ecuatoriana. Los indios shuar estaban llorando a una abuela moribunda.
Lloraban sentados, a la orilla de su agonía. Un testigo, venido de otros mundos, preguntó:
- ¿Por qué lloran delante de ella, si todavía está viva?
Y contestaron los que lloraban:
- Para que sepa que la queremos mucho.

Eduardo Galeano, El libro de los abrazos

Sanguíneos/2

Hace poco tiempo me preguntaba donde moría, cual era el fin del amor sanguíneo. Ese inexplicable sentimiento que surge hacia quienes nos dieron la vida. Hace unas semanas encontraba en el semanario “Miradas al sur”, espacio gráfico oficialista dirigido por Eduardo Anguita, una nota a Vanina Falco, hija de Luis Falco, miembro de la Policía Federal durante la última dictadura militar. Luis Falco fue quién se apropió de Juan Cabandié, el nieto Nº 77 recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo y lo crió como su hijo adoptivo, “haciendo notables diferencias con su hija biológica”.
La historia de Juan Cabandié, hoy legislador porteño, es fácil de rastrear y es otro caso más de recuperación de identidad, esa maravillosa verdad que sale a la luz descubriendo las mayores miserias humanas, relacionadas con la tortura, asesinato y secuestro de bebés.
Pero lo que se destacaba en esa nota, más allá de todo lo que pudieran contar sobre su crianza era algo que Vanina decía con total naturalidad. Su padre biológico, con todos sus defectos –su violencia y su maltrato- era su padre, como decimos siempre. Y eso la tiraba a quererlo más allá de todos sus defectos. Hasta que la verdad salió a la luz. Hasta que se supo lo que había hecho. Cuando fue claro que su violencia y maltrato no eran solamente los retos a un chico o chica traviesa. Que torturó. Que asesinó. Que secuestró. Que desapareció. Que la misma mano que los arropaba por la noche durante el día metía picana en cuerpos desnudos e indefensos. Ella, en el juicio contra este hombre ahora desconocido, confirmó los dichos de su hermano –no biológico- y declaró contra su padre biológico. El amor construido, compartido, regado a diario, surgido del compartir, de la complicidad, se impuso sobre el que venía dado genéticamente.
Ese horror. Esa verdad. Esa crueldad. Todo eso alcanzó para borrar del mapa sanguíneo el amor que se podía tener. Los monstruos no pueden ser amados. Todo ese sentimiento inexplicable por quienes nos dieron la vida se muere, se apaga ante eso. Ante el horror. Ante la verdad desnuda de que esa persona quiso más la muerte que la vida.
Encontré entonces, la respuesta que buscaba.
Ese inexplicable amor que sentimos, muere, tiene fin, se apaga, ante el horror, la crueldad, la mentira extremas.

Gimnastas....

La alineación /3
Alaistair Reid escribe en The New Yorker, pero va poco a Nueva York.
Él prefiere vivir en una perdida playa de la República Dominicana. En esa playa había desembarcado Cristóbal Colón, algunos siglos antes, en una de sus excursiones al Japón, y desde aquellos tiempos nada ha cambiado.
De vez en cuando el cartero asoma entre los árboles.
El cartero viene doblado bajo la carga. Don Alaistair recibe montañas de correspondencia. Desde los Estados Unidos lo bombardean las ofertas comerciales, folletos, catálogos, lujuriosas tentaciones de la civilización del consumo exhortando a comprar.
Una vez, entre el mucho papelerío, llegó la propaganda de una máquina de remar. Don Alaistair la mostró a sus vecinos, los pescadores.
- ¿Bajo techo? ¿Se usa bajo techo?
Los pescadores no lo podían creer:
- ¿Sin agua? ¿Se rema sin agua?
No lo podían creer, no lo podían entender:
- ¿Y sin peces? ¿Y sin sol? ¿Y sin cielo?
Los pescadores le dijeron a don Alaistair que ellos se levantaban cada noche, mucho antes del alba, y se metían mar adentro y echaban sus redes mientras el sol se alzaba en el horizonte, y que esa era su vida, y que esa vida les gustaba, pero que remar era la única parte jodida
de todo el asunto:
- Remar es lo único que odiamos -dijeron los pescadores.
Entonces don Alaistair les explicó que la máquina de remar servía para hacer gimnasia.
- ¿Para hacer qué?
- Gimnasia.
- ¡Ah! Y gimnasia, ¿qué es?

Eduardo Galeano, El libro de los abrazos

lunes, 26 de abril de 2010

¿Reflexiones?/1

Escuchaba una canción de Silvio Rodriguez, de esas que te sorprenden, por decirlo de alguna manera, en el momento justo. Más allá de la belleza propia del tema, su poesía me encontró tratando de hallar respuestas a ciertas cuestiones que el autor nos plantea y nos enrostra con perfecta justeza.
Silvio se pregunta repetidamente ¿A dónde van? aquellas cosas que pocas veces tenemos en cuenta. ¿A dónde va lo común, lo de todos los días? enuncia en algún pasaje de la canción. Y a eso me refería yo que estaba buscando. Específicamente en esa búsqueda me encontraba. Pero en especial a una cuestión. Me preguntaba que pasaba con aquello que no decimos, que guardamos, que escondemos. Que sucede con los sentimientos anulados que no dejamos expresar, a los que le negamos la posibilidad de ser. Los coartamos y mutilamos pero no pueden morir. Negaba, hacia mi, ese peligro porque, inmediatamente, pensaba que de tanto matar seríamos nosotros quienes terminaríamos muriendo. Eso si, pena de muerte debería castigar el horrendo pecado de mutilar aquello que nos nace de adentro.
Pude volver a pensar que si Silvio estaba intentando saber en que se habían convertido sus viejas zapatillas, yo no estaba tan loco al pensar que mis palabras no dichas están en algún lugar. Aquello que he ocultado vive y sobrevive en algún recóndito espacio al que no puedo o no quiero acceder. Hoy, me pregunto, si estarán todos juntos o separados, para ayudarme a rescatarlos el día que lo intente.
Me lo sigo preguntando todavía pero el mismo autor, en su manía de dejarme pensando, me incluyó otra desgraciada cuestión. ¿Qué hacer con aquello encontrado?
Abajo dejo dos canciones que definen de manera más perfecta, estos tristes y vagos pensamientos.



miércoles, 21 de abril de 2010

Llegan buenas nuevas...

Llegué a mi casa y al prender la televisión me encontré con una noticia que, aunque a muchos pueda parecer tonto e insignificante, me alegro y me hizo terminar el día de otra manera, mucho mejor, con una sonrisa, digamos.
El gral. Reynaldo Benito Bignone, el último de los jerarcas que estuvo al poder en la dictadura militar de 1976, fue condenado a 25 años de prisión y, por sobre toda las cosas, para cumplirla en una cárcel común y efectiva. No privilegios de edad ni de poder. Con los delincuentes comunes.
Justicia. De a poco y lenta. Pero llega.

Solo y de noche 2 - Sanguíneos/1

¿Dé donde viene el amor hacia nuestra sangre? ¿De dónde proviene ese cariño sin explicación? Si uno ama por cuestión de herencia genética, entonces, porque se enamora de un desconocido. Son dos caminos posibles y diferentes hacia el amor entonces. Uno, el segundo de ellos, tiene cimientos claros. En este caso, el ser amado, nos sorprende y nos expone y eso, a veces, resulta imperdonable. Cómo no sentir algo puro por aquel que nos deja en esa situación irremediable de tener que sonreírnos casi inexplicablemente –digo casi, si, porque entendemos que “admiración” es una buena forma de ilustrar el por qué de ello- a cada palabra pronunciada. Allí apoya su amor, diríamos. En esa mutua generación de situaciones que nos producen sentimientos hacia el otro. En ese ir y venir de complicidades. Ese compromiso implícito de mantenernos interesantes hacia el otro. De sabernos incompletos y tratar, de que esos huecos, permanezcan donde no se vean. Como cuevas que el mar tapa en su crecida y deja al descubierto solo un rato al día, para que sólo las encuentren aquellos ávidos buscadores de lo profundo.
Entonces, cuando esos pactos implícitos se dejan de lado y no son retroalimentados por ambos o por alguno de los pactantes, el amor empieza a tambalear, simplemente porque aquello que le dio vida y lo sostenía empieza a derrumbarse, por el paso del tiempo, simplemente, o la desidia de aquellos encargados de cuidarlo.
Ahora, de dónde proviene el otro amor. Aquel que no tiene pactos de complicidad. Ese referido a nuestra sangre. Ese que te estremece diferente al ver el bebé de un hermano a cualquier otro bebé.
Ese que te dice que el hombre que te está criticando e insultando jamás te haría daño y daría su vida por vos. Quién lo siembra? Quién lo riega para que nosotros luego lo cosechemos? De dónde proviene esa irracionalidad?
Entonces, si llega sin explicación, cuándo se muere? Cuándo se va? Tiene fin?

¿Casualidades?

martes, 20 de abril de 2010

Declaración de principios 7

"Primero se llevaron a los negros,

pero a mi no me importó

porque yo no lo era.

Enseguida se llevaron a los judíos,

pero a mí no me importó,

porque yo tampoco lo era.

Después detuvieron a los curas,

pero como yo no soy religioso,

tampoco me importó.

Luego apresaron a unos comunistas,

pero como yo no soy comunista,

tampoco me importó.

Ahora me llevan a mí

pero ya es tarde.

Bertold Brecht

Regreso....

Al no encontrar palabras propias, usaré extrañas hasta que, de a poco, las manos recuperen su memoria para escribir.

A continuación, una carta de Silvio Rodriguez publicada en Rebelion.org, que originó un debate intenso con un periodista cubano en Miami, Alberto Montaner, que creo puede ser interesante desde el punto de vista de como dos extremos ideológicos pueden encontrarse y declarar sus principios, lejos de querer convencer al otro.

Esto es discutir, expresar la opinión fundada de lo que se piensa, sin buscar que nuestro interlocutor tenga que pasar el incómodo momento de reconocerse equivocado, sino movilizarlo a pensar, que hay otra verdad, diferente y también respetable.

La carta que dio inicio:

Preguntas de un trovador que sueña

(a Bertold Brecht, por sus Preguntas de un obrero que lee)

Si el flautista de Hamelín partiera con todos nuestros / hijos ¿comprenderíamos que se nos va el futuro? / Si ese futuro que se nos va supiera adónde lo lleva el / flautista de Hamelín ¿partiría con él?

Si un huelguista de hambre exigiera que Obama levantara / el bloqueo ¿lo apoyaría el Grupo Prisa?

Si los miles de cubanos que perdimos familia / en atentados de la CIA hiciéramos una carta de denuncia / ¿la firmaría Carlos Alberto Montaner?

Si algunas firmas meditaran antes de condenar las / cárceles ajenas ¿resultarían incólumes las propias?

Si un líder del norte es un líder / ¿por qué es caudillo el que nació en el sur?

Si la política imperial es responsable de algunas de / nuestras desgracias ¿no deberíamos liberarnos también / de esa parte de la política imperial?

Si condenamos la guerra fría ¿nos referimos a toda / o sólo a la porción ajena?

Si este Gobierno ha sido tan malo ¿de dónde / ha salido este pueblo tan bueno?

Aborto (marque con una cruz): / asesinato, hedonismo, piedad

Homosexuales (marque con una cruz): / Elton John advierte que Cristo era gay

¿Quién le importa al PP? (marque con una cruz): / ¿Zapata o Zapatero?

Si la Casa Blanca devolviera Guantánamo y acabara el / embargo ¿qué posición (común) adoptaría / el Kama-Sutra europeo?

Si el que hoy maldice ayer bendijo / ¿con quién pasó la noche?

Si de veras nos haría tanto daño una amnistía / ¿por qué no me lo explican?

Si la suma de ambas intransigencias nos extingue y la / nada baldía nos arrastra al pasado ¿nuestros hijos / tendrán lo que merecen?

¿Qué pasa con los negros? ¿Qué pasa con los amarillos? / ¿Qué pasa con los blancos?

¿Qué pasa con los rojos, con / los azules e incluso con los hombrecillos verdes?

Si alguien roba comida y después resulta que no da la vida / ¿qué hacer?

Si otro Martí naciera entre nosotros ¿podría ser / emigrante, rapero, cuentapropista, ciudadano provincial / en una chabola periférica?

Patria, Universo, Vida, respeto al semejante / y todos Venceremos un poquito


El resto está en:

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Correspondencia/integra/Silvio/Rodriguez/Carlos/Alberto/Montaner/elpepuint/20100410elpepuint_11/Tes)