sábado, 23 de julio de 2011

lunes, 18 de julio de 2011

Quién podría contarlo mejor

 Cuando las palabras se niegan a abrazarme, no queda más que abrigarse en aquellas que siempre están. Poesía pura, de la que no se me podría ocurrir jamás...

"Tus recuerdos son
cada día más dulces,
el olvido sólo
se llevó la mitad,
y tu sombra aún
se acuesta en mi cama
con la oscuridad,
entre mi almohada
y mi soledad."

 

lunes, 11 de julio de 2011

Un poco de nada/44


“Hoy continué domesticando la razón
llena de asombro ante el día sucedido” – Canto Arena - Silvio Rodríguez-

En el silencio de la noche recibí un desafío y mi cabeza, como pocas veces, echó a volar. Domestiqué la razón, como canta Silvio. Y en la necesidad de contar empecé a pensar. Y las vueltas de la mente me llevaron, sin quererlo, a pensar en hormigas. Pensé en su constancia, en la significancia de todo lo que hacen. En verdad, en todo lo que realizan, en su capacidad de reponerse ante la adversidad. En la posibilidad de aceptarse como uno de los seres más insignificantes del mundo animal, de los más desprotegido. Y en eso andaba cuando no pude evitar acordarme de varios y varias. Y de una en particular. Que parece insignificante. En verdad, para ser justos, así se cree ella. Así se piensa, se sueña y seguramente también se imagina. Suele tener la costumbre de no creerse demasiado para nada ni para nadie. Sin embargo, a pesar de este sentimiento, de creerse una hormiga en medio de un parque transitado. Un parque cargado de pies con zapatos duros, es decir, cargado de asesino seriales y, encima, para colmo de males, con una carga en su espalda. En este caso, a diferencia de la hormiga, una carga para nada circunstancial, sino producto de su historia, de su gen quizás, de lo que es. Eso que la obliga a buscar una hojita perdida en medio del parque para el bien de toda una colonia. Y de tener que sortear un peligro tras otro. A pesar de eso y más, lo hace. Porque en definitiva, eso es lo que la define. Eso la hace hormiga y no otra cosa. Y sabe ella, que bien vale el peligro, que bien vale ese dolor y, en su caso, quizás hasta morir, para no tener que dejar de ser. Para no perder la esencia, que es lo único que nos acompaña al cerrar los ojos, cuando nadie ni nada queda a nuestro lado. Bien vale, entonces, el dolor. Y ella, contenta. Si, contenta, porque su maravillosa filosofía reza que si hay algo que tenemos que hacer, aunque no nos guste, para qué hacerlo tristes, si de todos modos lo vamos a hacer.
Entonces, contenta, sale a que la golpeen. Sabiendo que es así. Que le toca. Y que a pesar de esos golpes seguirá yendo, porque ella es así, y no tiene que cambiar porque otros quizás no crean lo mismo, o porque otros no sepan ver, que ella está orgullosa de ser hormiga, porque a pesar de ser chica, de ser débil, de ser sencilla, ella resiste. Y es, sobre todo, solidaria. Y solidaria con los demás, pero fundamentalmente con ella. Porque así, haciendo lo que le toca, lo que siente, lo que su peligroso mandato le dicta, desde ese corazón desconocido, se está haciendo el bien. Aunque a veces le cueste verlo. Se está haciendo el bien porque está evitando la peor de las muertes. La única muerte evitable. La de perderse. La de dejar de ser uno, para cuidarse del resto.
Y para poder irse a dormir, cuando no queda nada ni nadie a su lado, y soñar que todo puede cambiar, y que mañana ya nadie la querrá pisar, sin tener que haber dejado de ser hormiga.
Es que simplemente quiere eso, poder seguir siendo hormiga, sin que nadie la quiera pisar.

sábado, 2 de julio de 2011

Un poco de nada/43

Me encuentro en un juego que nunca jugué. Quiero olvidar, cuando me han enseñado a recordar. Quiero dejar de pensar, cuando me han explicado e inculcado, la importancia de razonar. Quiero ser lo que no soy. Quiero cambiar lo que no se puede cambiar. Quiero irme, a donde no hay lugar. Quiero salir sin tener que entrar. Quiero lo que no puedo. Tengo lo que no queiro. Quiero lograr eso y más. Porque se que cuando logre eso, lograré dejarte de amar. Y ahí si, por favor, podré dejarte de pensar.

Un poco de nada/42

"Una mujer se ha perdido
conocer el delirio y el polvo,
se ha perdido esta bella locura,
su breve cintura
debajo de mí.

La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan a amores,
ni a historias,
se quedan allí.
Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar." - Silvio Rodriguez - Oleo de una mujer con sombrero



Sin quererlo, sin siquiera imaginarlo, tomaste el lugar que menos pensaba. De a poco, cuidadosa pero sin ser temerosa, empezaste a repetirte en mis sueños. Ese lugar preciado, al que nadie accede, te busca y te encuentra en la noche temblorosa. Aunque quiera sacarte, se que no puedo. Y al comienzo del día, cuando los miedos me buscan y se apoderan de mi, te espero, impaciente, para que me lleves allí, donde en paz me siento, donde me guardo de este ruido infernal que no nos deja dormir.
Te espero, querida. Te oigo venir, hacia mi, con tu sonrisa. Los pasos se acercan y empiezo a creer, que el mundo que soñé se puede construir. Allí estarán con nosotros, como siempre, quienes quieran estar.
Ya estás aquí, es mejor que comencemos a vivir.