jueves, 3 de febrero de 2011

Un poco de nada/15

La escuché tantas veces que ya no tengo memoria de cuándo fue la primera vez. Sus palabras llenaron muchos de los espacios que necesitaban ser ocupados. Sus sonidos eran a diario la compañía de quién no quiere perderse fuera de lo pensado, de lo soñado.


Su compañía solía ser un respiro que no dejaba acabar el aire. En ella se depositaba la felicidad. En ella se resumía el día y en ella también, se abría paso la noche. En ella estaban los sueños. En ella estaban los deseos. En ella estaban las seguridades y también los miedos. En ella se resolvían esos miedos y se asentaban las seguridades

Sus palabras y sus compañías dejaron de existir. Ella, en cambio sigue ahí. Los miedos la definen. Los sueños la rechazan y el día pocas veces la encuentra. La noche le resulta una completa desconocida. Padece de tristeza extrema que asfixia.

Ella sigue acostándose a mi lado. En cambio, a diario, duermo fuera de ella.

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