viernes, 5 de noviembre de 2010

A vivir que son dos días

En una semana, apenas siete interminables días, peregrinos de distintos puntos geográficos emprenderán la recta final de un viaje que iniciaron meses atrás. Todo empezó con la noticia, cuando pocos la esperaban, cuando los rumores no estaban. “El Indio toca en Tandil, en noviembre”. Allí empezó la dulce espera. La buena nueva llegó terminando el verano, allá por marzo. Un embarazo de ocho meses podríamos decir.
No había nada que hacer más que esperar. En algún momento pondrían las entradas a la venta. Mientras, a reservar lugar. Cabaña, hotel, casa de familia. Lo que sea que sirva para pasar dos noches. En la ciudad o cerca. Donde sea.
El 13 fue el número elegido. El mismo día que Aramburu tomó el mando de la Revolución Libertadora que derrocó a Perón en el ´55. Poco importa, pero es un dato más. Todos, muchos, cuando nos enteramos sabíamos que estaríamos ahí, donde el fuego crece, o quisiéramos estar. Porque sabemos, conocemos lo que es. Lo que pasa. Nos descolgamos del laurel dos días y allí vamos, veloces como borrones, escapando de la bella señora que, sabemos, en algún lado espera.
En tiempos donde mucho separa es reconfortante encontrar algo que une. Que lleva a miles y miles de almas a comulgar en un mismo sentimiento, en una parecida forma de disfrutar la vida. Rodeados de gente, experiencias. Con las papilas a flor de piel, degustando esto llamado vida.
En algún momento de la noche del sábado 13, cuando se haya hecho bien oscura, los corazones empezarán a latir. Al ritmo de un personaje que poco da y mucho recibe, quizás, pero que eso poco que da alcanza para mucho más.
Y si, este mundo (infierno) se pone encantador. Se viste con sus mejores ropas y nos confirma en donde está lo importante. Las brazas arderán en cuanta parrilla haya en Tandil. Arriba cada uno pondrá lo que pueda y lo acompañará con lo que tenga. La banda de sonido de nuestra vida será, por dos noches y tres días la misma.
Luego de ese acorde, esa palabra que nos emociona entonada desde el escenario, encontraremos el mundo en un abrazo. Miremos las almas a nuestro alrededor, disfrutemos del amor que está a nuestro costado.
La mesa está servida señores, vayamos a disfrutar del banquete.

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